martes, 8 de enero de 2019

Artículo final




Este semestre hemos podido trabajar de primera mano la literatura, y por primera vez en nuestra vida, (al menos en la mía), de forma correcta. Siempre hemos tenido en nuestra cabeza que literatura es sinónimo de recordar de memoria y escribir todo eso que has recordado en un comentario o un examen. Desde bien pequeños nos han martirizado con los libros de texto, cuando la lectura en la etapa de primaria debería ser un disfrute y no una obligación.
Aunque nuestros profesores dijeran que leer está bien y es divertido, las cosas que hacían para que nosotros leyéramos no eran así. Teníamos que dar prueba de que habíamos leído el libro que ellos habían querido y que además lo habíamos entendido de forma correcta.
Desde bien pequeños hemos sido engañados con la lectura y el concepto de literatura, y gracias a este semestre y ya con 21 años puedo decir que sé ahora lo que es la literatura y puedo disfrutar de ella.

 
Comenzamos con el primer bloque. En el aprendimos a diferenciar la literatura de la paraliteratura, conceptos muy diferentes que nos ayudarán en un futuro a conseguir los libros perfectos para nuestra aula. Hemos trabajado la literatura infantil y la literatura de autor hasta mediados del siglo XX. Con ello hemos aprendido que la literatura no está para explicar por qué el autor escribe ese libro, con qué finalidad, sino que está para disfrutarla mientras la lees, por ello se creo la literatura infantil, para que los más pequeños también pudieran disfrutarla.




La paraliteratura no es menos importante que la literatura, sino que es diferente, su finalidad es más mostrar valores y como tiene que ser el comportamiento hacia ellos si los ves/sientes/encuentras en tu vida.

Dentro de los libros paraliterarios hemos podido ver dos vertientes muy marcadas, una de ella son los libros moralizantes, aquellos que te dicen como debes comportarte, y los libros didácticos, aquellos que te enseñan un valor. Gracias a ello hemos aprendido analizar un libro para más tarde poder escoger el libro adecuado para nuestros alumnos dentro de la literatura infantil, fijándonos bien tanto en el exterior como en el interior del libro y prestando atención a si los personajes de esa historia podrían ser perfectamente algún alumno de nuestra clase, con el que ellos se puedan identificar.


Seguimos con el segundo bloque, esta vez subimos un escalón más y abrimos nuestra mente a otros términos que hemos estado escuchando toda nuestra vida, pero que a la hora de diferenciarlos no seríamos capaces. Estos términos son cuentos, leyendas y mitos.
Todos ellos están dentro del folclore, esta palabra hace referencia al conjunto de las creencias, prácticas y costumbres que son tradicionales de un pueblo o cultura.


Con los cuentos folclóricos aprendimos que no solo existe una historia de un cuento, si no que pueden ser miles y que estos no se deben leer, tienen que ser recitados para que no pierda la esencia del folclore. A pesar de las diferencias de esos cuentos, todos tenían la misma estructura, el viaje del héroe, en el que al protagonista se encuentra con personajes buenos o malos, y hacen que le suceda ciertos percances que más tarde logrará resolverlos de forma airosa. Para ellos hemos escuchado adaptaciones de distintos recopiladores como son los hermanos Grim, Charles Perrault y Hans Christian Andersen. Gracias a que ellos recogieron todas estas historias que se contaban de boca en boca podemos conocerlas hoy nosotros. Pero no todas esas historias son aptas para los niños de primaria, ya que pueden no entender ciertas palabras o hechos que aparezcan en la historia o simplemente que haya partes que sean demasiado fuertes para su edad.

Y aquí es donde entramos nosotros, nos pusimos en el lugar de un profesor de un curso concreto y tuvimos que escoger tres cuentos folclóricos y adaptarlos a la edad del curso, pero sin modificar la historia ni tampoco haciéndola nuestra, con esto conseguimos que los cuentos folclores no se pierdan en el olvido y así los niños aprenden que no todos los cuentos los crea Disney.



Una vez superada la literatura folclórica pasamos a la literatura clásica o adulta.
Desde siempre los profesores nos han impuesto su visión ante un texto o poema de un autor clásico. Nosotros como buenos docentes, si queremos trabajar este tipo de literatura debemos ser conscientes de que para mostrar como escribía o como se expresaba un autor de aquella época, debemos enseñárselo tal cual, sin hacer adaptaciones.
No debemos hacer adaptaciones porque el texto u obra literaria pierde toda su esencia, porque la literatura es cuerpo y forma, y si nosotros modificamos o adaptamos cualquier cosa ya la estamos haciendo nuestra y esa obra pierde todo lo que quiere transmitir.


Para este bloque hicimos una semana cultural en un colegio imaginario. En el teníamos que elegir a un autor clásico y crear una semana de actividades lúdicas trabajando su literatura.
Para mí ha sido la actividad más difícil, ya que aun no somos conscientes de todo lo que supondría crear una semana cultural en un colegio real. El trabajo previo, la organización de las salidas, las actividades a realizar según el curso… Por ello tuve un fallo bastante importante, la distribución de los tiempos.



No era consciente de que había organizado muchas actividades muy similares en la que los niños tuvieran que estar haciendo cosas muy parecidas durante un periodo de tiempo muy amplio. Lo más normal es que a los alumnos de cursos inferiores como puede ser el primer ciclo de primaria, los periodos de tiempo de las actividades deben ser cortos pero intensos, debemos hacerles trabajar en una actividad en la que el objetivo de lo que nosotros queremos quede claro, pero dándoles la libertad que necesitan.
Con esta actividad he aprendido que en la vida no todo es escribir y que bastante tienen los niños con pasar 8 horas al día escribiendo para hacerles escribir en actividades que perfectamente se pueden hacer de forma oral entre todos.
Todo esto al final acaba siendo un repaso de los temas anteriores ya que, para escoger el autor de nuestra semana cultural escogimos un libro que pudiera ser accesible para los alumnos y en el que lo trabajamos conjuntamente dando las opiniones de lo que nos trasmitía a cada uno. También utilizamos la esencia del folclore, no porque estas obras literarias sean tan antiguas, si no porque utilizamos la oralidad de los textos para explicárselos, porque con su corta edad no están preparados para entender o empatizar con el autor.




Una vez terminado el bloque tres, comenzamos con la didáctica y la animación lectora, una de las actividades más divertidas de llevar al aula para trabajar la literatura.
En ella utilizamos todo lo aprendido anteriormente, para escoger el libro adecuado y para trabajarlo en el aula de forma comunitaria. Con esta actividad conseguimos trabajar la lectura y la comprensión de una forma distinta a la que ellos están acostumbrados, ya que desde el principio se pautan unos días en el que los alumnos deben leer ciertas páginas, y a partir de ahí empezamos a trabajar en clase en forma de tertulia, en la que el profesor o los propios alumnos crean dudas o preguntas que resolver en voz alta, así podemos ver la variedad de opiniones sobre un mismo tema y todas de ellas validas.

Para ello creo que es muy importante el entusiasmo que pongamos nosotros, ya que el lenguaje corporal es esencial a la hora de querer llevar una actividad. Pudimos incluir algunas actividades de la que Irune nos dejó, y otras tantas salen inventadas según vas avanzando con el libro, al menos ese fue mi caso.


Gracias a esta actividad he sido consciente de lo fácil que sería hacer una tertulia con alumnos de todos los cursos de primaria, obviamente no todas las actividades sirven para todos, nosotros como docentes debemos escoger y adaptarlas a sus necesidades o inquietudes, pero es un trabajo que apenas conlleva tiempo si realmente lo organizas bien, porque todo el trabajo lo harán ellos sin apenas darse cuenta.



El bloque cinco y bastante parecida a la anterior, pero en vez de trabajar la literatura desde un libro físico ya escrito, ellos crean ese propio libro con la ejemplificación del profesor.
El profesor en este caso es el modelo a seguir de los alumnos, ya que si queremos que nuestros alumnos hagan un cuento encadenado o queremos que creen un escudo explicando la historia de su apellido, debemos ejemplificarlo primero. No todos los alumnos van a estar seguros de qué hacer si les damos total libertad a la hora de trabajar, ya que su preocupación principal será si lo están haciendo bien o no, por ello nosotros tenemos que darles unas pautas principales a modo de ejemplo para que ellos sepan como seguir. Así conseguimos que ellos mismos hagan una creación literaria de acuerdo a la etapa en la que estén.

En relación con la actividad, fue muy divertida llevarla a un aula de verdad y hacerla con mis alumnos de prácticas, ya que ellos son niños con muchas inquietudes y con mucha admiración por la lectura. Por ello, el día que les comenté que si querían crear ellos mismos un libro literario para tenerlo en el aula la respuesta unánime fue “sí”.

Para ello, yo hice un ejemplo de los tres tipos de géneros literarios, uno en prosa, otro en lírica y otro en forma de dramatización.

Todas las formas salieron muy bien, pero la que más fue la de dramatización porque es a la que más están acostumbrados. Mi tutora de prácticas les hace improvisar escenas variadas según una frase o un párrafo, y ellos tienen que seguir con la historia pudiendo interrumpir y hablar cuando ellos quieran. Así trabajan de manera mucho más divertida el pensamiento y la expresión corporal.


Conclusión:

Como podéis observar todos los temas están ligados entre sí y todos son igual de importantes. Empezamos en el bloque uno aprendiendo a saber diferenciar la literatura y la para literatura y fuimos conscientes de lo importante que es para los niños que ellos también tengan una literatura infantil. Gracias a este tema podemos escoger el libro perfecto para nuestros alumnos.

En el bloque dos recuperamos los cuentos folclóricos y les volvimos a dar la importancia que tenían siguiendo con la esencia del folclore y recitándolos de forma oral.
En el bloque tres aprendimos a como aplicar la literatura clásica a primaria y gracias a los conocimientos del bloque uno pudimos escoger textos adecuados a la edad de los alumnos. Pudimos ver también todo el trabajo que conlleva hacer estas actividades lúdicas para trabajar en todo momento al autor y a sus obras literarias.
En el bloque cuatro hicimos la didáctica y la animación a la lectura de un cuento escogido por nosotros, para que ellos sientan la literatura y la hagan suya, olvidándonos de escribir y pudiendo hacer las actividades de forma oral y participativa haciendo un dialogo tras la lectura individual.
Por último, en el bloque cinco, llevamos a cabo la propia creación literaria a través de nuestros propios ejemplos y pudimos aprender de nuestra propia mano lo fácil y sencillo que es trabajar toda la literatura.
Con todo esto y los comentarios que nos hacíamos unos a otros hemos podido completar nuestras actividades poco a poco para que lleguen a ser perfectas, no en todas las asignaturas tienes esta ventaja de poder aprender de tus compañeros.

Todos estos bloques nos han hecho replantearnos a lo largo del semestre lo fácil y sencillo que sería llevar todo esto a cabo en un aula, pero lo poco que se hace. Puede ser que los profesores de antes estuvieran estancados en lo corriente, no queriendo innovar y siguiendo con lo que habían hecho con ellos anteriormente. Desgraciadamente gracias a esos profesores, gente como yo odiaba la literatura ya que no aprendía nada y no lo disfrutaba, además de ser pesada a la hora de estudiar. Pero en tan solo unos meses mi mente se ha abierto y he podido ver y recapacitar sobre mis años como estudiante de literatura, en el colegio y en el instituto.

¿Por qué si es tan fácil, no lo llevamos a la práctica?
¿Por el trabajo que sería organizarlo?
No lo creo, más bien pienso que es por no querer y por estar encasillados en un libro de texto que se mueren por acabarlo.

Como futuros docentes no tenemos que perder esta visión de la literatura, debemos seguir con ella y empezar a cambiar para que cada vez más niños sientan la necesidad de abrir un libro y disfrutarlo mientras lo leen.





Webgrafía:


Labajo, I. (2018). Literatura española, literatura infantil y educación literaria. CSEU La Salle